martes, 16 de septiembre de 2008

Los incas fueron un pueblo andino

Los Incas fueron los dirigentes del imperio americano más grande. Cerca del fin del siglo XIV, el imperio comenzó a extenderse de su región inicial en la región de Cuzco hasta la región sur de las montañas Andinas de América del Sur. Esta terminó brutalmente con la invasión española dirigida por Francisco Pizarro, en 1532.

En el momento de su rendición, el imperio controlaba una población estimada en 12 millones de habitantes, lo cual representaría hoy Perú, Ecuador y también una gran parte de Chile, Bolivia y Argentina.

El imperio Inca

Los Incas llamaban a su territorio Tawantinsuyu, lo que en Quechua, el idioma inca, significa Las Cuatro Partes. Un territorio de diversos terrenos y climas muy marcados, que comprendía una larga banda desértica en la costa, entrecortada por ricos valles irrigados; las altas cumbres y los profundos valles fértiles de los Andes; y las cumbres montañosas de la selva tropical al Este. La palabra Inca designa al propio dirigente, así como al pueblo del valle de Cuzco, la capital del imperio. A veces es usado para designar a todos los pueblos incluidos en el Tawantinsuyu, pero esto no es correcto. La mayoría de las decenas de reinos pequeños mantenían su identidad, aún cuando estaban ligados política y económicamente a los Incas. El Quechua fue el idioma oficial y hablado en la mayoría de las comunidades hasta la llegada de los Españoles, pero al menos 20 dialectos locales subsistieron en varias partes del imperio.

La arquitectura

Los Incas desarrollaron un estilo altamente funcional de arquitectura pública que se distinguió principalmente por sus técnicas avanzadas de ingeniería y de trabajo fino de la piedra. El plano de sus ciudades estaba basado en un sistema de avenidas principales atravesadas por calles más pequeñas que convergían en una plaza abierta rodeada de edificios municipales y templos. Las estructuras eran de un solo piso, con un perfecto ensamblado de piedras talladas; también se usaban ladrillos de adobe y paja en las regiones costeras. Para la construcción de grandes monumentos tales como la gran fortaleza de Sacsayhuamán cerca de Cuzco, unos bloques masivos poligonales fueron ensamblados entre sí con una extraordinaria precisión. En las regiones montañosas, como la espectacular ciudadela andina ubicada en el Machu Picchu, la arquitectura inca refleja a menudo algunas adaptaciones ingeniosas del relieve natural.

La religión

La religión del estado estaba basada en la adoración del Sol. Los emperadores Incas eran considerados como descendientes del Dios Sol y eran adorados como divinidades. El oro, símbolo del Dios Sol, era muy explotado para el uso de los dirigentes y miembros de la elite, no como moneda de intercambio, sino principalmente con objetivos decorativos y rituales. La religión dominaba toda la estructura política. Desde el Templo del Sol en el centro de Cuzco, se podían trazar líneas imaginarias en dirección de los lugares de culto de las diferentes clases sociales de la ciudad.

Las prácticas religiosas consistían en consultas de oráculos, sacrificios como ofrenda, transes religiosos y confesiones públicas. El ciclo anual de fiestas religiosas estaba regulado por el calendario inca, extremadamente preciso, así como el año agrícola. Debido a este aspecto entre otros, la cultura inca se parecía mucho a algunas culturas de la mezo-América tal como los Aztecas y los Mayas.


Los incas eran un grupo familiar de origen quechua, que llegó a dominar un amplio imperio andino, el Incario, Imperio Inca o Tahuantinsuyu (imperio de las cuatro partes del mundo). La palabra inca, pues, es equívoca, ya que denomina, además de ese clan dominante, el propio imperio que formó, la magistratura imperial que lo encabezaba y la civilización que floreció en su seno.

El inca era un jefe militar, político y religioso; tenía un carácter semidivino, pues era venerado como personificación del dios Sol. Su poder se basaba en una especie de absolutismo teocrático, que venía a coronar una organización colectivista de la sociedad: a cambio de la obligación de sustentar a sus súbditos, el inca imponía a éstos el deber de trabajar en la construcción de obras de regadío, edificios públicos, puentes, túneles y una extensa red de carreteras.

El clan incaico estaba jerarquizado en tres grupos, según el parentesco que tuvieran con el inca: el grupo superior lo constituían el inca, sus hermanos, ascendientes y descendientes, incluida la hermana mayor del inca (coya), con quien éste estaba obligado a contraer matrimonio para mantener la pureza del linaje; un segundo grupo eran las palla, concubinas del inca, también de sangre real, y su descendencia; y el grupo inferior eran las mama-kunas, concubinas no emparentadas con el clan, con sus respectivos descendientes. Los hijos de las concubinas de la segunda y la tercera clase constituían la aristocracia del imperio, de donde se extraía el personal dirigente del clero, el ejército y la política.


Según la tradición incaica, los incas descendían de Manco Cápac, hijo del Sol, que se estableció en Cuzco, procedente del lago Titicaca, en el siglo XIII; no es seguro si este personaje legendario existió realmente, al igual que ocurre con sus siete primeros sucesores. Durante esa época, llamada del «imperio legendario», el dominio inca se limitaba a la ciudad de Cuzco y sus alrededores.

El «imperio histórico» se inicia en el siglo XV, con los incas Pachacuti Inca Yupanqui (1438-71) y Túpac Inca Yupanqui (1471-93); ambos extendieron su dominación formando propiamente el Tahuantinsuyu, que abarcaría lo que hoy es el Perú, Ecuador y Bolivia, el sur de Colombia y el centro y norte de Chile, un vasto imperio andino que limitaba al oeste con las costas del Pacífico y al este con la selva amazónica.

Su sucesor, Huayna Cápac (1493-1525) extendió ligeramente el imperio llevándolo a su apogeo, pero a su muerte lo dividió entre sus dos hijos: el reino de Cuzco para Huáscar y el de Quito para Atahualpa.

Estalló entonces una guerra entre los dos hermanos por hacerse con el control del imperio (1527-32); en ese momento tuvo lugar la aparición de los españoles en Perú. Pizarro aprovechó el enfrentamiento para conquistar el país (1532-33), apoyando a Atahualpa hasta que venció y ejecutó a Huáscar, y matando luego a Atahualpa, para nombrar inca a su hermano Manco Cápac II o Manco Inca (1533-44).

Éste trató a los españoles como aliados, hasta que, en 1536-37, encabezó una rebelión contra ellos. Los españoles consiguieron sofocar la rebelión con el auxilio del propio hermano del inca, Paullu. Derrotado, Manco Cápac se retiró a la región montañosa de Vilcabamba, donde mantuvo un foco de resistencia organizado como remedo del antiguo imperio.

Le sucedieron sus hijos Sayry Túpac (1544-58), Tito Cusi (1558-71) y Túpac Amaru I (1571-72), hasta que en 1572 los españoles tomaron el reducto y ejecutaron al último inca. De una hija de Túpac Amaru sería descendiente Túpac Amaru II o simplemente Túpac Amaru, cacique que en el siglo XVIII protagonizó una sublevación indígena contra los españoles.


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