Concluyó el rescate de la Tumba 1 en Ixcaquixtla
Pintura mural en la pared este de la cámara uno de la Tumba 1 de San Juan Ixcaquixtla, Puebla FOTO Cuauhtémoc Rodríguez Horta /CNCPC-INAH. Cortesía de la revista Arqueología Mexicana
A finales del año pasado concluyeron los trabajos de rescate de la Tumba 1 en San Juan Ixcaquixtla, en la mixteca poblana, y quedó completamente al descubierto un grupo de pinturas murales de extraordinaria factura, las primeras de ese tipo que se localizan en la zona.
Aunque el sitio arqueológico es extenso y rico en vestigios, la mayor parte ha sucumbido bajo la mancha urbana de San Juan Ixcaquixtla. La Tumba 1 -conformada por tres cámaras mortuorias- es de las pocas que se han localizado sin que hayan sido saqueadas por completo.
El descubrimiento se dio de manera fortuita en una casa particular en San Juan, en abril de 2004. Los propietarios iban a realizar algunas obras. Al entrar en el patio un camión de materiales para construir, cargado de piedras, el piso cedió en la parte que correspondía al techo de una de las cámaras.
Afortunadamente -cuenta el arqueólogo Juan Cervantes, encargado del salvamento- los dueños dieron aviso al Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH); "fue cuando intervinimos".
Las primeras estimaciones señalan que la Tumba 1 "tiene al menos mil 400 años de antigüedad". Es decir, pertenece a lo que los especialistas llaman el clásico tardío (600-900 dC).
El hallazgo es importante desde diferentes puntos de vista. De acuerdo con Juan Cervantes, permitirá entre otras cosas una investigación más precisa de la cultura popoloca, que es la que habitó en la región. Específicamente, los estudios de iconografía e interpretación de las pinturas, encontradas en un aceptable estado de conservación, ofrecerán información valiosa para ampliar el conocimiento "sobre las costumbres funerarias de los popolocas del periodo clásico".
La zona fue importante en ese periodo porque ahí se producía la alfarería conocida con el nombre de anaranjado delgado, "que fue muy apreciada y abundante en Teotihuacán, pero que no se hacía ahí sino en esta parte de Puebla. De aquí se llevaba a Teotihuacán y de ahí se distribuía a otras zonas de Mesoamérica".
La Tumba 1 consta de tres cámaras mortuorias: dos menores y una un poco mayor (de unos 3.5 metros cuadrados). A la entrada de ésta y en el interior se localizan las pinturas murales, que en total suman alrededor de cinco metros cuadrados.
Fueron hechas sobre una base de estuco, y los colores dominantes son amarillo, rojo y verde. "Hay diferentes combinaciones; el rojo tiene diferentes tonalidades; hay un rojo más claro y otro más oscuro".
Durante más de mil años permanecieron ocultas, a temperatura constante, lo que explica su buen estado de conservación.
A la entrada de la tumba -describe Juan Cervantes- "tenemos un conjunto de diseños geométricos: espirales, volutas, grecas; a uno de los lados hay un felino amarillo que puede ser un puma porque no tiene manchas; está mirando hacia la entrada de la cámara; la pintura que había del otro lado de la entrada se ha perdido, no sabemos qué había ahí".
Dentro, en los muros laterales de la cámara, "hay varios personajes sentados, ataviados con mantas decoradas con líneas; tienen tocados y collares. Todos tienen en las manos una especie de yelmos; uno representa un ave, otro un cráneo humano.
"Uno de los personajes tiene un caracol en las manos y otro tiene la cabeza rapada, un tocado cónico, nariguera, orejeras, un vestido de plumas verdes y un collar muy grande."
Muros norte y sur de la camara uno de la Tumba 1 de San Juan Ixcaquixtla, Puebla FOTOS Cuauhtémoc Rodr&iacue;guez Horta /CNCPC-INAH. Corteía de la revista Arqueología Mexicana
En el muro del fondo, al centro, está representada un mujer de frente, sobre una plataforma horizontal y con los brazos abiertos. En su número 75 (septiembre-octubre 2005) la revista Arqueología Mexicana reproduce la figura y la describe con detalle: "Lleva manto, falda de plumas verdes y un paño blanco que cuelga de su cintura y se extiende hasta la parte baja de la plataforma. Porta un par de brazaletes, un pectoral del que penden grandes objetos circulares y amarillos y un tocado formado por un elemento triangular con plumas a los costadosy largas plumas de quetzal en la base. Lleva orejeras y nariguera verdes y los labios pintados de negro".
Probablemente -dice Juan Cervantes- a este personaje pertenecía el entierro. Al centro de la cámara se encuentra una loza de piedra, "y al principio pensamos que debajo de la loza había un depósito funerario, pero revisamos y no se encontró nada. Entonces pensamos que el depósito funerario se encontraba encima de la loza de piedra".
Quienes encontraron la tumba hallaron varios objetos de cerámica encima de la lápida, pero los extrajeron para evitar que fueran robados y los entregaron a los investigadores del INAH: "Probablemente la persona enterrada haya estado encima de la loza y haya tenido una ofrenda de vasijas".
En la cámara cuyo techo se derrumbó bajo el peso del camión de materiales se encontró un esqueleto con una ofrenda con 56 objetos de cerámica: vasijas, platos, ollas; en la otra cámara encontramos un entierro secundario; le llamamos así porque al parecer fueron sacados de su lugar original y depositados ahí sin orden".
En el trabajo de salvamento y conservación participó un equipo integrado por especialistas pertenecientes distintas áreas del INAH: la Dirección de Salvamento Arqueológico (Juan Cervantes), la Coordinación Nacional de Conservación del Patrimonio Cultural (Diana Molatore Salviejo), la Dirección de Restauración de Pintura Mural en Zonas Arqueológicas (Iván Rivera Guzmán) y el Centro INAH-Puebla (Arnulfo Allende Carrera).
Ahora lo que sigue en el terreno arqueológico -informa Juan Cervantes- es una fase de análisis de laboratorio. "Esto probablemente nos llevará este año". De parte de los especialistas en conservación y restauración se están llevando a cabo estudios de pigmentos de las pinturas.
Juan Cervantes reconoce en la entrevista la importancia que, en esta nueva etapa de trabajos, tuvo la colaboración de las autoridades municipales y de los pobladores de San Juan Ixcaquixtla: "Desde el principio se mostraron muy interesados y dieron todas las facilidades; y la gente constantemente nos pide que demos pláticas e informemos sobre los hallazgos".
Cervantes señala que en la zona de San Juan Ixcaquixtla se han llevado a cabo relativamente pocos trabajos arqueológicos. En los años cincuenta del siglo pasado la investigadora Carmen Cook de Leonard estuvo trabajando en la zona, muy interesada en la cultura popoloca; a finales de los años ochenta, el Instituto de Investigaciones Antropológicas de la UNAM realizó otros trabajos, encabezados por Evelyn Rattray, quien -de acuerdo con Cervantes- hizo todo el registro de los sitios arqueológicos en la zona.
Actualmente "falta realizar trabajo a largo plazo y no solamente en Ixcaquixtla, sino en los alrededores porque hay muchos sitios arqueológicos sin explorar".
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